La Fuerza del Cariño/ Soledad S. & Osvaldo L.
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Поделиться6728.01.2024 21:39
Постарели конечно,но всё равно классная пара.
Поделиться6828.01.2024 21:56
Постарели конечно,но всё равно классная пара.
Конечно постарели! 71 и 67 лет, это уже не 50...
Я вообще восхищаюсь тем, что не смотря на такооой возраст, им удается держать зрителя. *Химичат* как прежде.
Поделиться6929.01.2024 11:48
Я вообще восхищаюсь тем, что не смотря на такооой возраст, им удается держать зрителя. *Химичат* как прежде.
Даже, смотря лишь на одни фото, чувствуется эта безумная химия.
Представляю, какие эмоции у зрителя при просмотре спектакля вживую
Поделиться7029.01.2024 12:21
Представляю, какие эмоции у зрителя при просмотре спектакля вживую
Согласна! Союз Лапорт&Сол это микс эмоций и я уверена, что вживую, это действительно неописуемо
Поделиться7812.02.2024 13:33
“Somos los últimos mohicanos”
Los actores comprueban su fama y su talento junto a Julieta Ortega en La fuerza del cariño, la adaptación del clásico cinematográfico. Aquí analizan el cambio que sufrió la televisión moderna y por qué eligen trabajar en las tablas.
Son ambos muy conscientes de su popularidad.
Tanto Soledad Silveyra como Osvaldo Laport admiten que el público se les acerca en la calle, sin distinción de sexo o edad, para saludarlos. Ellos entraron en muchísimas casas a través de la televisión. Tienen sobre sus hombros éxitos que se recuerdan: Campeones de la vida, donde fueron Clarita y Guevara, por ElTrece (1999) y luego revivieron esa dupla exitosa con Amor en custodia por Telefe (2005).
Ahora comparten escenario en el Multiteatro Comafi de miércoles a domingo encarnando La fuerza del cariño junto a Julieta Ortega, Dolores Ocampo y Damián Iglesias, con dirección de Corina Fiorillo. Es la versión teatral que firma Federico González de Pino y Fernando Masllorens sobre la célebre película ganadora de cinco premios Oscar. No será la primera vez que Silveyra y Laport estén jugando escenas teatrales, ya que en el 2000 estuvieron primero en Mar del Plata y luego en Buenos Aires interpretando El cuarto azul, de David Hare.
Silveyra, que quiere que le digan siempre Solita, aclara: “Para mí Sole es la Pastorutti y Soledad nunca me gustó. Me siento una niña que quiere seguir jugando y el teatro me lo permite”. A su lado, Laport se sonríe y recuerda: “De chico me decían en Uruguay Porota. Es común para hombre y para mujer. También me apodaban el Negro, ya que era el más moreno de toda mi familia”.
Cuando se les pregunta por los miedos de hacer la versión teatral de una película tan recordada y premiada es Silveyra quien afirma: “La vi cuarenta veces. Trabajé mucho el texto en relación a la película. ¿Miedo? Para nada, al contrario fue una gran guía y ayuda. Tuve obviamente el temor a que lo que se consigue en cine no es lo mismo que en el teatro y lo que tiene la versión teatral es que es una copia de la película. Tengo treinta y dos escenas y catorce cambios. La gente que viene a verla no sale defraudada”.
—¿El público viene a ver a la pareja televisiva?
SILVEYRA: Es innegable que vienen al teatro a vernos juntos. Las escenas con Osvaldo tienen feeling. Es increíble que después de tantos años los dos mantengamos esta misma química. Es muy agradable porque hacía bastante tiempo que no trabajábamos juntos y se podría haber perdido perfectamente.
LAPORT: Creo que, más allá de todos los componentes que tiene este espectáculo, el plus es la vuelta de esta dupla. El público busca esta complicidad que tenemos nosotros a la hora de que se encienda una luz de una cámara o se corra un telón. La gente quiere estar en ese complot, lo está esperando. La picardía la festejan y el “compinchismo” que tenemos lo agradece. Muchas de las secuencias emblemáticas de la película eran imposibles de teatralizar, fue una idea de Solita el que se filmaran, con el acompañamiento por supuesto de la producción y de la dirección. Hay mucha complejidad en la puesta. Los ensayos fueron de una gran densidad. Recién en las funciones con público nosotros empezamos a disfrutar.
—Son una generación de actores infrecuentes…
L: Somos los últimos mohicanos. (Se ríe) A partir de la pandemia la gente se pasó al streaming. Dejó de consumir un capítulo diario todos los días, cuando la familia se reunía, a ver cuarenta juntos, porque estábamos aburridos. Hoy no creo que el público tenga ganas de volver a un capítulo diario excepto que el productor tenga creatividad, creo que estamos fallando en eso. Hablo de tener compromiso con la inclusión, con lo nuevo, con la información.
S: Lo digo siempre, somos de los últimos actores populares. Hoy podrás tener muy buenos intérpretes en las plataformas, pero la popularidad, la que nos dio la televisión no te la da nadie. Ese cariño, ese afecto de haber entrado a la casa durante sesenta años, tengo 71 y empecé a los 11.
—¿Hoy el éxito en televisión pasa por los realities?
S: Hice uno de los primeros, con Gran hermano. Creo que los argentinos tenemos una gran vocación de voyerismo. Fue un producto que la pegó en el mundo entero, ahí estuvieron muy inteligentes los de Endemol, quienes vieron lo que pasaba y no se equivocaron.
—¿Cómo quedaron pospandemia?
L: Creí que la pandemia nos iba a dejar una lección. Pero no, hoy hay guerras, dos más visibilizadas, pero hay muchas más. Cumplo veinte años colaborando con Acnur (Agencia de la ONU para los refugiados) donde la realidad es peor, muy triste. Los pedidos de auxilio a nivel internacional del mundo a través de las redes son muy duros. Creo que la humanidad está huérfana y somos muy frágiles. Me preocupan las nuevas generaciones, porque no les estamos dando un buen ejemplo. Nosotros teníamos la oportunidad de golpear puertas, para pedir trabajo, dejábamos un currículo, pero ahora las puertas son virtuales y no tienen una devolución. Hay apatía, poco tacto y falta de humanidad.
S: Es terrorífico. Demuestra la falta de humanidad, corre riesgo la calidad humana el que hayan matado diez mil niños palestinos. Hay violencia, frivolidad y mucho consumo. Me preocupa el que no se vea la necesidad del otro.
—¿Cuáles fueron los últimos trabajos audiovisuales?
L: Tengo varias películas aún sin estrenar. Terminé de filmar Hombre muerto, de Andrés Tambornino y Alejandro Gruz. (N de R: junto a Roly Serrano, Daniel Valenzuela, Sebastián Francini y Diego Velázquez) en La Rioja. En noviembre presentamos Partida, sobre una historia de Miriam Lanzoni, donde actúo con ella y con Lucila Gandolfo, dirigida por Diego Suárez, filmada íntegramente en el Chaco. Terminé justo antes del teatro de grabar El señor de las ballenas que se hizo en el sur y tengo otra que hicimos en Paraná.
“Somos los últimos mohicanos”
Los actores comprueban su fama y su talento junto a Julieta Ortega en La fuerza del cariño, la adaptación del clásico cinematográfico. Aquí analizan el cambio que sufrió la televisión moderna y por qué eligen trabajar en las tablas.
Son ambos muy conscientes de su popularidad. Tanto Soledad Silveyra como Osvaldo Laport admiten que el público se les acerca en la calle, sin distinción de sexo o edad, para saludarlos. Ellos entraron en muchísimas casas a través de la televisión. Tienen sobre sus hombros éxitos que se recuerdan: Campeones de la vida, donde fueron Clarita y Guevara, por ElTrece (1999) y luego revivieron esa dupla exitosa con Amor en custodia por Telefe (2005).
Ahora comparten escenario en el Multiteatro Comafi de miércoles a domingo encarnando La fuerza del cariño junto a Julieta Ortega, Dolores Ocampo y Damián Iglesias, con dirección de Corina Fiorillo. Es la versión teatral que firma Federico González de Pino y Fernando Masllorens sobre la célebre película ganadora de cinco premios Oscar. No será la primera vez que Silveyra y Laport estén jugando escenas teatrales, ya que en el 2000 estuvieron primero en Mar del Plata y luego en Buenos Aires interpretando El cuarto azul, de David Hare.
Silveyra, que quiere que le digan siempre Solita, aclara: “Para mí Sole es la Pastorutti y Soledad nunca me gustó. Me siento una niña que quiere seguir jugando y el teatro me lo permite”. A su lado, Laport se sonríe y recuerda: “De chico me decían en Uruguay Porota. Es común para hombre y para mujer. También me apodaban el Negro, ya que era el más moreno de toda mi familia”.
Cuando se les pregunta por los miedos de hacer la versión teatral de una película tan recordada y premiada es Silveyra quien afirma: “La vi cuarenta veces. Trabajé mucho el texto en relación a la película. ¿Miedo? Para nada, al contrario fue una gran guía y ayuda. Tuve obviamente el temor a que lo que se consigue en cine no es lo mismo que en el teatro y lo que tiene la versión teatral es que es una copia de la película. Tengo treinta y dos escenas y catorce cambios. La gente que viene a verla no sale defraudada”.
—¿El público viene a ver a la pareja televisiva?
SILVEYRA: Es innegable que vienen al teatro a vernos juntos. Las escenas con Osvaldo tienen feeling. Es increíble que después de tantos años los dos mantengamos esta misma química. Es muy agradable porque hacía bastante tiempo que no trabajábamos juntos y se podría haber perdido perfectamente.
LAPORT: Creo que, más allá de todos los componentes que tiene este espectáculo, el plus es la vuelta de esta dupla. El público busca esta complicidad que tenemos nosotros a la hora de que se encienda una luz de una cámara o se corra un telón. La gente quiere estar en ese complot, lo está esperando. La picardía la festejan y el “compinchismo” que tenemos lo agradece. Muchas de las secuencias emblemáticas de la película eran imposibles de teatralizar, fue una idea de Solita el que se filmaran, con el acompañamiento por supuesto de la producción y de la dirección. Hay mucha complejidad en la puesta. Los ensayos fueron de una gran densidad. Recién en las funciones con público nosotros empezamos a disfrutar.
—Son una generación de actores infrecuentes…
L: Somos los últimos mohicanos. (Se ríe) A partir de la pandemia la gente se pasó al streaming. Dejó de consumir un capítulo diario todos los días, cuando la familia se reunía, a ver cuarenta juntos, porque estábamos aburridos. Hoy no creo que el público tenga ganas de volver a un capítulo diario excepto que el productor tenga creatividad, creo que estamos fallando en eso. Hablo de tener compromiso con la inclusión, con lo nuevo, con la información.
S: Lo digo siempre, somos de los últimos actores populares. Hoy podrás tener muy buenos intérpretes en las plataformas, pero la popularidad, la que nos dio la televisión no te la da nadie. Ese cariño, ese afecto de haber entrado a la casa durante sesenta años, tengo 71 y empecé a los 11.
—¿Hoy el éxito en televisión pasa por los realities?
S: Hice uno de los primeros, con Gran hermano. Creo que los argentinos tenemos una gran vocación de voyerismo. Fue un producto que la pegó en el mundo entero, ahí estuvieron muy inteligentes los de Endemol, quienes vieron lo que pasaba y no se equivocaron.
—¿Cómo quedaron pospandemia?
L: Creí que la pandemia nos iba a dejar una lección. Pero no, hoy hay guerras, dos más visibilizadas, pero hay muchas más. Cumplo veinte años colaborando con Acnur (Agencia de la ONU para los refugiados) donde la realidad es peor, muy triste. Los pedidos de auxilio a nivel internacional del mundo a través de las redes son muy duros. Creo que la humanidad está huérfana y somos muy frágiles. Me preocupan las nuevas generaciones, porque no les estamos dando un buen ejemplo. Nosotros teníamos la oportunidad de golpear puertas, para pedir trabajo, dejábamos un currículo, pero ahora las puertas son virtuales y no tienen una devolución. Hay apatía, poco tacto y falta de humanidad.
S: Es terrorífico. Demuestra la falta de humanidad, corre riesgo la calidad humana el que hayan matado diez mil niños palestinos. Hay violencia, frivolidad y mucho consumo. Me preocupa el que no se vea la necesidad del otro.
—¿Cuáles fueron los últimos trabajos audiovisuales?
L: Tengo varias películas aún sin estrenar. Terminé de filmar Hombre muerto, de Andrés Tambornino y Alejandro Gruz. (N de R: junto a Roly Serrano, Daniel Valenzuela, Sebastián Francini y Diego Velázquez) en La Rioja. En noviembre presentamos Partida, sobre una historia de Miriam Lanzoni, donde actúo con ella y con Lucila Gandolfo, dirigida por Diego Suárez, filmada íntegramente en el Chaco. Terminé justo antes del teatro de grabar El señor de las ballenas que se hizo en el sur y tengo otra que hicimos en Paraná.
S: La verdad es que no estoy para trabajar diez horas por día y estar esperando, esos son los tiempos del cine. Me refugio en el teatro. Si sale un personaje maravilloso por supuesto que lo haría, pero para hacer de tía, de abuela, no me interesa, ni es algo que busco.
—¿Y la dirección?
L: Ahora en abril voy a reestrenar como director Oscuras rosas rojas negras, de Andrea Bauab, con Eugenia Blanco, Erika De Sautu Riestra, Maru Gandolfo, Franco L’Oro, Viviana Sáez y Daniel Valenzuela, en Mu Teatro. Siempre digo que somos trabajadores del arte. Nuestro medio, nuestra plaza es tan pequeña, frágil y huérfana. Cuando hablo de resiliencia me refiero a transitar siempre con mucho respeto, tratando las diferentes expresiones del arte, para poder seguir creciendo y subsistiendo. En estos últimos años descubrí que me gusta mucho dirigir buenos textos. Mis actores quedan sorprendidos de adonde los llevo buceando el análisis de sus personajes. Creo que tiene que ver con que uno es actor.
S: Creo que me quedo sin actores al segundo día. (Se ríe) No tengo esas formas, ni paciencia, voy muy al grano; pero tengo ganas de dirigir. Hago muchas observaciones, por eso mis hijos me dicen “dirigí”, porque veo todo. Me gusta la luz y el espacio. Si hay algo que me divierte es el escenario, allí me siento y vuelvo a ser una niña.
—¿Extrañás algo de Uruguay?
L: Extraño a la familia. Ya perdí a casi todos, me queda solamente una hermana,
S: Extrañaría la vida cívica que tienen los uruguayos. Me parece que son unos maestros en lo que representan. Vi el acto que hicieron al cumplirse los cincuenta años desde la última dictadura y estaban los cuatro presidentes sentados. Pensé: ¿cuándo veré esto en mi país? O el abrazo de Julio María Sanguinetti y Pepe Mujica cuando los dos dejan el Senado… a mí ese momento me quedó grabado en el alma.
Отредактировано Butter Fly (12.02.2024 13:36)
Поделиться8623.08.2024 16:21
Soledad Silveyra & Osvaldo Laport: “Las nuevas generaciones no saben quiénes somos si no fuera por los memes”
Exitosa pareja de ficciones de TV, ahora protagonizarán en teatro "La fuerza del cariño".
Secretos de una química sin fecha de vencimiento.
Soledad Silveyra y Osvaldo Laport, casi 20 años después de su última tira. Foto Cleo Bouza
“Ni pido disculpas porque es una realidad social. La Panamericana estaba estallada”, se anuncia un agitado Osvaldo Laport. Pero la odisea del recién llegado -desde Benavidez a pleno centro porteño en temporada de fiestas- encuentra calma instantánea en el afectuoso saludo con su colega -y pareja eterna de la ficción- Soledad Silveyra.
“Es la primera vez que Sole me ve así. Con el agravante de la cachetada del clima. Vengo todavía sin luz, sin agua y con montón de árboles caídos en mi casa”, expone el actor.
Él y Solita -nuevamente dupla, pero en el teatro- estrenan La fuerza del cariño, dirigidos por Corina Fiorillo, el 10 de enero en el Multiteatro Comafi. Ella resume: “Nos acompañamos históricamente. En realidad, Osvaldo me contiene a mí porque yo me desespero fácilmente y ha tomado ese rol estos días. Todavía tenemos ensayos para ensamblar esta obra que es verdaderamente compleja”.
Pero no todo es vértigo para la dupla que le sacó chispas al prime time de la televisión abierta desde su primer hit y a casi 20 años del último (Amor en custodia, en 2005, con remakes en América y Europa). “Armamos un equipo muy noble, donde no ves ninguna miseria y pasa algo especial. No sé si es la obra, pero tiene que ver con el contenido”, coinciden los ex Campeones de la vida con otra ventaja anunciada: la química no se ensaya.
“Es una obra muy amorosa sobre los vínculos. Sobre todo el de madre-hija y el mío con Osvaldo. Ojalá el público argentino la quiera, porque hay dolor y estamos muy acostumbrados a hacer todo risa. Acá van a reír y llorar”, augura y su colega uruguayo, ya acoplado a la sobremesa con Silveyra en el bar de un hotel céntrico, la define: “Es una tragicomedia con textos cotidianos para que el público se identifique”.
El miércoles 10 estrenarán "La fuerza del cariño", una obra que, prometen, "hará llorar y reír". Foto Cleo Bouza
Con tuercas que ajustar, sin contar el reto de revivir la adaptación de un clásico del cine estadounidense -el mismo que en 1983 hizo llorar al mismo Jack Nicholson, parte del elenco, al leer los guiones- destacan el ensamble audiovisual de la obra que los llevó a rodar a la costa argentina: “Como la escena de un auto descapotable recorriendo la playa, que fue muy divertido, pero nos agotó”, revive Osvaldo y, al plus de conocerse de memoria, Silveyra le pone moño al proyecto con otro deseo cumplido: “Aparecen mis nietos varones en la obra, así que estoy chocha. Yo les pedí y dijeron que sí. Grabamos en su casa. Después me enteré de que el mayor le dijo a Julieta (Ortega, su hija en la obra) que quiere ser actor ¡Y nunca me lo había dicho!”.
“No es contar una historia solamente, donde uno se distiende con una escena como en la telenovela. Tiene proyección fílmica, fija, una banda sonora y música. Otro lenguaje”, coinciden sobre la pieza producida por Ángel Mahler y Leo Cifelli.
-¿Es otra gimnasia para el actor?
Silveyra: Son 37 escenas. Ojalá que lleguemos, yo estoy un poco aterrada, siempre me aterro, pero en este caso más, porque es un personaje que amo y quiero sacar tranquila.
Laport: Es algo distinto. Aquí son como sketchs.
Silveyra: Son escenas. No digas sketch que me deprime, ja ja. Más cortas, otras más largas, pero sobre todo mi personaje.
Laport: ¿Cuántos cambios tenes? 44... Yo tengo 7, pero la observo, entre patas, y estamos en el proceso: ¿Cuándo salgo? ¿Cuándo entro? Como el caballito recién nacido, parándonos de a poco.
-Entre ensayos, se fueron a la costa a grabar los clips audiovisuales de la obra. ¿Hace mucho no viajaban juntos?
Laport: Juntos y en familia. Pero nosotros no hicimos nunca gira teatral. Sí temporada en Mar del Plata hace mil años con El cuarto azul. Este espectáculo no es para girar, pero pasamos 48 horas agotadoras. Mucho frío, metidos en el agua vestidos, donde las toallas no servían por más abrigo que le pusiese. Y donde cada cual fue con su pareja.
Silveyra le toca el brazo con complicidad.
Laport: ¿Qué? Ay, no digas nada... Lo conozco, lo conozco ja ja. Un gran tipo. Pero no tuvimos mucho tiempo. Nos vamos a poner al día seguramente cuando relajemos.
Soledad Silveyra y Osvaldo Laport, dos que se conocen de memoria. Foto Cleo Bouza
-De arranque, ya tienen un as bajo la manga: la química no se ensaya.
Silveyra: Sí, es increíble. Mirá que hace varios años que no hacemos nada y nos paramos ahí y pasan cosas. Nos tenemos que cuidar de no hacer cosas de más porque, si no, nos vamos de mambo. Como la gente lo festeja, ante el festejo los actores somos peligrosos. Y Osvaldo es muy peligroso, ja ja.
Laport: Cuando hicimos la lectura, automáticamente la directora y el entorno estaban con eso de “la química, la química...” Y cuando nos subimos al escenario, empezamos con todas inseguridades. Así que estamos haciendo un laburo, no para recuperar eso porque está intacto, pero para transitar personajes que son diferentes a nosotros.
-¿Y evitar repetirse?
-Laport: No, porque son totalmente diferentes. El de “Sole” es exquisito. Y mi personaje, que a veces caigo en intelectualizarlo, lo tengo acá. Como siempre digo cuando dirijo: Todos tenemos los personajes adentro. Pero yo también soy víctima de mí mismo. Ahora empecé a divertirme y creo que empezó a aparecer.
Dos viejos conocidos
"Osvaldo me contiene mucho. Me ve que pierdo la voz y me calma", dice Solita .Foto Cleo Bouza
“Estás muy bonita Sole”, desliza por lo bajo Laport y, café mediante, la artista y conductora ataja con sonrisas el piropo. “Históricamente siempre le pregunto: ¿Cómo vas a ir vestida? ¿Qué color?”, aclara Osvaldo sobre el vestuario en composé, previamente apalabrado para las fotos con Clarín. “Eso habla de que tenemos un respeto y un amor histórico por los dos. Una admiración de hacer las cosas bien”.
-¿Hay cosas que no cambian?
Silveyra: Hay cosas que siguen, y hemos crecido también. Osvaldo me contiene mucho. Me ve que pierdo la voz y me calma.
Laport: Siempre lo hicimos. Nos convocaron para otros proyectos y por compromisos no se daba.
-¿Cómo conviven con el arengue permanente de la gente que pide por la vuelta de la dupla en cualquier formato?
Silveyra: Ya hace 20 años que no hacemos una novela juntos, sin embargo la gente nos tiene juntos.
Laport: Con demanda nacional e internacional. Porque las novelas se vieron afuera también. De pronto, gracias a YouTube la gente dice que sigue viendo Amor en custodia. Que nosotros no vemos un peso, pero no importa.
"Mi hija, Jazmín, dice que Solita es su mamá de ficción", palabra de Laport. Foto Cleo Bouza
-Soledad, alguna vez dijiste que con Claudio García Satur (protagonista de “Rolando Rivas, taxista”) eran como Perón y Evita. ¿Con Laport traspasaste un umbral parecido?
Laport: ¿Quién seré yo? ¿Qué político soy? Ja ja.
Silveyra: Para mí, Sanguinetti (Julio María). No te olvides que Osvaldo es uruguayo.
Laport: Tengo más años de argentino que otra cosa...
Y sigue ella: “Nosotros somos más actuales. Rolando quedó en el inconsciente colectivo y fue la primera novela que vio un varón, algo que Migré (Alberto) consiguió. Pero en toda la época moderna, la gente no me separa de Osvaldo. Bueno, la Kuliok (Luisa) me puede hacer un poco de...". (Se tientan)
Laport y Solita, en el hitazo que fue "Amor en custodia" en 2005, por Telefe.
-¿Qué hace que los productores los sigan convocando y qué los hace reelegirse? ¿Es sólo química o hay algo más allá?
Laport: Pasaron 20 años para elegirnos ja ja.
Silveyra: A que sabemos que juntos somos más que uno. Somos también muy anti estrellas.
Laport: Al mismo tiempo somos dóciles.
-A esta altura ya son como un matrimonio de la ficción, con todo lo bueno y lo no tanto que debe traer conocerse de memoria...
Laport: Mi hija, Jazmín, dice que Solita es su mamá de ficción. Si hay algo lindo de los dos es la honestidad. Pero lo mejor es disfrutar a este ser como trabajadora, como persona, como almita. Es un alma bella. Y lo que no me preocupa, pero me ocupa, es calmarla, bajarla, acariciar su alma para que baje la ansiedad. ¡Es una niña! Porque el padecimiento de ansiedad o pánico es patrimonio de las nuevas generaciones. Entonces, es una pendeja.
Silveyra: Ahora me quedé sin voz por cansancio o nervios. Los otros días tuve no un brote, porque brote es cuando me quedo callada y no hablo. Pero me quedé muda y me perjudica. Porque lo único que pido es orden y disciplina. Parezco la Bullrich (Patricia), que horror ja ja. Pero es lo que se necesita en el teatro.
¿Y la TV?
-Hubiera sido un milagro que su reencuentro se diera en televisión abierta, considerando el poco espacio para la ficción.
Laport: Creo que no va a volver aquella época donde la familia se juntaba a cenar y a ver la telenovela. Porque también la pandemia nos llevó de consumir un capítulo diario a 44 por día de una serie.
Silveyra: El mundo cambia y cambió. Hoy son casilleros, los chicos ven una cosa, los abuelos, los adultos ven otra. Las redes sociales cambiaron el mundo. Nosotros somos de los últimos actores populares. Yo veo streaming, tengo todas las plataformas porque me gusta ver todo y no me sé el nombre de nadie. Y yo que soy una profesional. Ya no entramos a la casa de la gente y eso se perdió.
Laport: Lo mismo les pasa a las nuevas generaciones, que no saben quiénes somos si no fuera por los memes.
-¿Qué les genera esa repercusión viral en redes?
Silveyra: Con “¿Necesito hacerte el amor? (pregunta ella con humor).
Laport: Al principio sentí como cierta cosa. Desde el desconocimiento sentía cierta burla.
Silveyra: Igual que yo, no me gustaba nada. Es como las tres empanadas de Brandoni. Que “Beto” odia.
Laport: Uno se va aggiornando. Cuando escuché a mi hija y a mi sobrino decirme: “Papá, es buenísimo lo que te está pasando”, empecé hasta a acompañar emprendimientos o pymes que usaban mi imagen para eso. Una cosa es el meme, la buena voluntad y que yo acompañe a sacar una taza. Pero cuando veo que me están usando para hacer imagen de productos donde lucran empresas, tengo algunos conflictos frente al abuso de eso.
-Más allá del contraste de presupuestos, ¿por qué creen que un canal de aire no puede emitir un éxito como “El encargado” o “El Reino”, sí disponibles en plataformas?
Laport: Lo que está sucediendo con la ficción, más allá de la crisis, es la falta de creatividad. Me habían ofrecido cosas para volver, pero leí el guión y no me pareció oportuno frente a la realidad que se está viviendo.
Silveyra: A mí me han ofrecido cosas en plataformas, pero no estoy para laburar 10 o 12 horas por día. Prefiero refugiarme en el teatro. A no ser que sea un personaje como el que hice en la serie de Monzón, al que le podés sacar partido. Para hacer de tía, de abuela... no. Tendría que ser un muy lindo personaje. Como el de Mercedes Morán, a la que le mandé mensaje porque me encantó lo que hizo en la película Elena sabe (Netflix).
La demanda de proyectos corona un fin de año movido y hace que el hueco para la célebre dupla sea todo un acontecimiento. “Yo tengo que recuperarme de una gastroenteritis por estrés. Vengo de filmar dos películas y estrenar obra, Oscuras rosas rojas negras, que se repone este año. Y además hacer gimnasia... ¡porque salgo en torso desnudo! Ya pisando los 70... para las chichis que me dejó Sandro”, remata con humor y Solita, de seguidilla teatral, suma: “Yo tampoco paré. Ahora me voy 5 días a descansar, a estar muda. No me voy sola, pero me da vergüenza decir 'pareja' a esta altura”.
-¿Por qué?
Silveyra: Lo que pasa es que venía jubilada, no quería saber nada. No miré un hombre nunca. No había hombre que me gustara. Y apareció este señor bueno, que se parece a Papá Noel, por la bondad. Es como dice mi personaje en la obra: “Nunca me imaginé que el sexo a esta altura de mi vida iba a ser importante”. Yo digo que es un regalo de Aurora, que vino con ella.
-También dijiste estar trabajando “como a los 20” y tener menos tiempo para los nietos. ¿Lo sufrís vos más que ellos?
Silveyra: Me las rebusco, estoy bastante en contacto. Ahora la mayor está rindiendo una materia y le dejé un mensaje. Esta noche duerme conmigo, porque se van afuera. Está tan revolucionado el país, todo el mundo loco.
Y agrega: “Estamos viviendo días muy difíciles. Hay que ser optimistas, pero vamos a ver hasta dónde la gente aguanta. Es una preocupación que tenemos todos. Ojalá que se haga lo más quirúrgicamente posible, que no mucha gente se quede sin trabajo. Los teatros también vamos a sufrir porque la gente lo primero que va a recortar es el ocio. Preparados para la que se nos viene, porque no creo que los teatros sigan funcionando como este año".
Saber reinventarse
En las redes, a Lisandro e Isabel de "Gran hermano" los llaman "la pareja de Amor en custodia".
-Han sido jurado-participante en un “Bailando por un sueño”...
Laport: Hay que animarse a todo. Yo recuerdo que ella me llamó una vez pidiéndome un consejo...
Silveyra: ¿Gran hermano?
Laport: Sí, el primero. Me decía: “Tengo miedo. Que la carrera, que el prestigio...” .¿Qué prestigio? Eso dejémoslo para el primer mundo.
-Curiosamente en este “Gran hermano” a dos participantes, Isabel (65 años) y Lisandro (de 33), los comparan con su pareja emblema de la ficción en “Amor en Custodia”. ¿Estaban al tanto? ¿Lo siguen?
Silveyra: No vi nada, me diste curiosidad ahora.
Laport: A mí me mostraron a Isabel. Y le mandé saludos en redes invitándola a la obra. No sabía del chico. Aprovechemos a mandarle un abrazo a Lisandro también. Que están invitados para ver la obra, cuando ganen...
-Solita, ¿cómo analizás a 22 años de tu primer Gran hermano el renovado ciclo? ¿Qué te parece Santiago del Moro en el rol que vos inauguraste?
Silveyra: La verdad es que no lo veo, no te voy a mentir. Pero me parece todo muy distinto. Los chicos antes eran educados. No sé ahora la educación, tampoco... Hay un solo chico que me quedó del anterior, que me parece bellísimo, de ojos celestes. Y Santiago lo hace como los dioses, me encanta. Porque lo que necesita ese programa es un conductor humano. Y si hay algo que tiene Santiago es humanidad.
Amigos para siempre
Silveyra: Siempre estamos en contacto. Pueden pasar dos años, pero no más. Hasta me vino a poner plantas a la casa de mi hijo. Osvaldo es un carpintero y un hombre de la casa como yo no he visto en mi vida. Le encanta todo lo que sea manual.
Laport: Es que uno de los hijos de Sole vive cerca y es común que ella se aparezca en el verano tocando el portón de casa, diciendo: “Ovaaaaa, abrime”, en patas y en batón, a buscar plantas. Ésa es la relación que tenemos.
-A diferencia del teatro, en TV se les permitía improvisar bastante. De hecho, la escena íntima sobre el caballo en “Amor en custodia” fue idea de Osvaldo.
Silveyra: ¡Todo era su idea! Cada vez que hacíamos el amor en un lugar distinto era idea de Osvaldo.
Laport: Con la complicidad del director y de ella. Sentía que cuando nos escribían secuencias de amor o intimidad siempre recurrían a las velas o pétalos de rosas. Con el respecto al departamento de Arte, pedía: 'Dejame inventar algo'.
-Que Osvaldo es el mejor besador que te ha dado la ficción ¿es mito o realidad?
Silveyra: Siempre nos besamos con mucho respeto. Te diría que sí, porque fue con el que más me besé. Y me sigo besando jaja.
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