Joaquín Furriel y Rodrigo de la Serna: por afuera de la ley
Entrevista. De estreno. En el complejo La Plaza, llevan adelante una obra que viene con todos los laureles desde el exterior: “Lluvia constante”. Encuentran el tono en la charla, y se lucen con autoridad en la escena.
Por primera vez, tanto Joaquín Furriel como Rodrigo de la Serna coinciden en un escenario y lo hacen con Lluvia constante , texto del estadounidense Keith Uff, en la versión de Javier Daulte. Ambos recuerdan vagamente un cruce en Calientes , la tira de Pol-ka para El Trece, que compartieron hace once años. “Era un cambalache precioso -rememora Furriel-, estaban Nico Vázquez, Mercedes Funes, Favio Posca, Divina Gloria ... Ni me acuerdo qué hacíamos ahí. Pero estuvo bueno”.
Se trata de actores con características y recorridos diferentes. Si De la Serna concentró su potencial en televisión y cine (actualmente en El puntero y protagonizó la película Revolución, el cruce de los Andes ); Furriel tiene, además de incursiones televisivas, un trabajo teatral con un brillante pasado reciente: La vida es sueño , obra con mayor convocatoria en el San Martín durante la temporada pasada, que contó con la dirección del español Calixto Bieito. En cambio de la Serna define, con modestia, su última experiencia teatral. “Fue El cuidador , de Pinter, en el ´99. La hicimos en el teatro El cobertizo, sala que levantamos con compañeros estudiantes del taller de Norman Briski – recuerda-. Empecé teatro a los 12 años, con mi maestro, Alejandro Oliva, y a los 19 ya estaba cobrando dinero por eso. A los 21 pasé a la televisión y listo.” La obra de Huff pone en escena el vínculo de dos policías que, además de trabajar juntos, son amigos y mantienen una relación que tiene como norma esencial la psicopateada y la manipulación de uno por el otro. Se trata de Rodo y Dani, en la versión argentina, ya que el personaje de Rodrigo de la Serna, Dani, llevaba en el texto original el nombre de “Lombardo” el mismo que el personaje que interpreta en El puntero . “Parece que este año me tocó reflejar las dos caras de este mundo marginal, que en realidad son lo mismo: sólo que a Dani le tocó tener una chapa y a Lombardo, no”, dice Rodrigo de la Serna.
Cuando están por trabajar en una obra tan íntima, con dos personajes, ¿qué es lo primero que piensan a la hora de imaginar al compañero que los acompañará en la obra? De la Serna: En teatro tu única referencia es la persona con quien estás en relación en ese momento.
Furriel: Lo primero que quise saber antes de decidir si la hacía o no era quién me iba acompañar. Cuando me dijeron que estaba Rodrigo de la Serna, me provocó el mismo nivel de estímulo del que tenía antes con La vida es sueño . Sobre todo, porque Lluvia constante requiere mucha intimidad y es lo primero en teatro contemporáneo que yo hago, en general hice clásicos argentinos o universales. Además, Rodrigo es un actor de mi generación que respeto mucho por su convicción, y por todas las elecciones de sus trabajos. Además estuvimos trabajando con amigos en común como Osqui Guzmán.
Hablabas de “generación de actores” a la que pertenecen. ¿Qué características comparten? De la Serna: Es bastante heterogéneo para definirlo.
Furriel: Podría hablar de “nuestra generación”, porque trabajé con otros actores que te dicen cómo ellos nos ven. En general nos dicen que somos bastante pelotudos (ríe). Algo en común es que no tenemos tantos prejuicios a la hora de actuar como, quizás, sí lo había antes. Rodrigo, por ejemplo, hizo Contra las cuerdas , ahora hace El puntero y estrena esta obra. También hizo cine, Revolución . Yo vengo de hacer a Calderón de la Barca, también una tira diaria como Caín y Abel y nos podemos encontrar acá. Creo que a nosotros nos tocó algo muy heterogéneo, no ser sólo un actor de “teatro clásico” o “comercial”, o de tira diaria o de cine. Si uno tiene la inquietud de moverse, lo podés hacer con mayor facilidad. Quizás en otra época no era tan fácil porque el sistema era más estricto.
Rodrigo, trabajaste mucho más en cine y tele que en teatro; y vos, Joaquín, tenés muchas horas de vuelo en teatro. ¿En qué se completan esos dos recorridos actorales que han tomado cuando comparten un espectáculo? De la Serna: En este caso trato de ser muy permeable a lo que me dicen porque, desde el ‘99, que no hago teatro. Vengo con mucha humildad. En estos doce años, Joaquín hizo Shakespeare, Calderón de la Barca, Gambaro. Yo llego con humildad y aprendo mucho con ellos, porque el teatro es donde yo nací como actor. En esta obra hubo algo que tuve que trabajar y fue la proyección de la voz. En los ensayos hacía todo como si fuese una toma de cine con un micrófono corbatín. Pero también soy cantor y eso lo trato de resolver desde ahí. Es algo que trabajo de otro modo en el cine y que tuve que dominar para mi paso al teatro. Uno puede apropiarse del espacio sonoro, son cosas que tuve que recordar. Al principio vine con la guardia alta porque Daulte y Furriel son dos monstruos del teatro y yo venía del cine.
Furriel: Cada obra de teatro es un mundo totalmente diferente y tenemos que empezar de cero. En ese sentido creo que si bien es una obra contemporánea, tiene una estructura muy cinematográfica. Yo observé mucho a Rodrigo trabajar, porque en cine es un actor soberbio. Somos diferentes, pero en cuanto a lo esencial de la entrega, estamos parados en el mismo lugar.
La obra se presenta como una gran confesión al público. Espacialmente, ¿dónde la ubican ustedes? De la Serna: En realidad, no se sabe bien si es un jurado, un purgatorio. Rodo y Dani están a la parrilla, confesando sus tragedias, y no es un lugar reconocible. Pasan por muchas locaciones, y la escenografía es un galpón abandonado que remite al espacio donde jugaban de niños. Hay algo religioso, devoto, de la virgen, que aparece en la obra. Sobre todo el rol de Connie, esposa de Dani, que se liga a la culpa católica. El texto sugiere un espacio de purgatorio.
Furriel: En realidad es el espacio que armó Javier Daulte junto a nosotros. Porque fue un trabajo grupal en todos los sentidos.