“No sirve de nada tener enemigos”
El miércoles estrenan la novela Caín y Abel, por Telefe. Dicen que aceptaron la propuesta de On TV porque les gustó la historia y el elenco, pero que la plata fue un factor importante en el contrato. Hoy creen que el límite entre el bien y el mal está desfasado.
PRIMERIZOS. La dupla trabajará por primera vez junta como protagonista de Caín y Abel. Ella estuvo ocho años dedicada al cine y él regresa a la pantalla chica luego de Don Juan y su bella dama.
Lugar: Hospital Israelita de Flores. Fecha y hora: jueves a la tarde. Protagonistas: Joaquín Furriel y Julieta Cardinali. Se genera el encuentro: el actor termina de grabar la última escena de exteriores en una sala de espera del nosocomio mientras las enfermeras le toman fotografías con sus celulares. La actriz llega apresurada desde su departamento de Palermo y dice, en pleno saludo con su compañero: “Me encanta Flores, no sabía que había casitas tan hermosas”. “Yo no podría vivir en un depto como vos. Por eso me fui a Villa Urquiza”, responde el marido de Paola Krum. “A mí me da seguridad en estos momentos”, contesta la mujer de Andrés Calamaro. La confianza y complicidad entre ellos parece de una amistad de años, pero es la primera vez que trabajan juntos. Comparten diez horas de grabación diarias con sus protagónicos en Caín y Abel, la nueva historia que va al prime time de Telefe y producen Villarruel-Llorente, y que debuta este miércoles (a las 22.30).
—¿Cuáles fueron los tres factores fundamentales para aceptar la propuesta?
CARDINALI:
—Me gustó la historia y el elenco, aspecto que no siempre sucede así. Me ha pasado que me ofrecieron un buen guión pero no me gustaba el elenco y entonces no acepté. Tengo muchas ganas de trabajar ya que desde hace ocho años que me dedico al cine, que es otro mundo y que me hizo no estar contaminada.
—¿El dinero es lo último que hablan?
C: No. Para nada. Sobre todo porque es televisión, que me implica muchos meses en un lugar. No es lo primero que pregunto pero tampoco lo último que arreglo. En cine independiente quiza sí lo hago porque me gusta realmente.
FURRIEL: Soy cero hippie, jamás digo que no me importa la plata. A veces uno prioriza el proyecto por cuestiones económicas, porque tenés que ganar plata para vivir, y nunca estuve en proyectos, salvo en momentos de formación, que no estuviese lo económico como una meta. Cuando hice Don Juan y su bella dama fue por el tema de ganar plata, me cerraba el contrato y me dio lo mismo que quizá dos películas y una obra comercial. Son instancias, como también elijo estar en el San Martín haciendo La vida es sueño (ver recuadro).
—En estos tiempos de TV mediática, ¿los presiona el rating?
F: No. Sí es cierto que tener buen rating genera un lindo clima de trabajo, hace que uno pueda estar tranquilo y pensar de manera creativa y libre en los personajes y en la historia.
—La historia Caín y Abel proviene de la Biblia; ¿creen que hoy el límite entre el bien y el mal está difuso?
C: Yo diría que está desfasado. Venimos de unos años duros y seguimos en un momento difícil para que podamos lograr algo parejo para todos, lo que genera desigualdad y mucha violencia que se está viendo día a día.
—¿Son personas de fe?
F: Yo he leído la Biblia porque fui monaguillo y hasta lo casé a mi abuelo en su segundas nupcias. Estoy bautizado, tomé la comunión y me confirmé, pero cuando entré a la adolescencia dejé todo. En principio no creo en las instituciones religiosas, creo que está más allá de que alguien me diga cómo tengo que ser religioso de una religión equis, me parece perverso, de un retroceso enorme.
C: Yo también estoy bautizada, tomé la comunión y confirmación. De más grande me tiré al ateísmo. Estoy en un momento raro de mi relación con la fe porque me pasaron ciertas cosas en los últimos años que atentaron contra creer, como pérdidas de personas queridas.
—¿Cómo luchan con intentar hacer el bien cuando el mal siempre acecha la parte oscura del ser humano?
C: Yo trato de involucrarme lo menos posible con la violencia callejera. Está bueno empezar a tomar conciencia de que uno no puede estar empujándose o chocándose en la calle como si estuviéramos en una guerra. Yo no soy de las que viven en su mundo y dicen: “A mí no me importa nada”.
F: Para mí está mal que al llegar a mi casa el perro de mi vecino esté cagando en la puerta. Me saco mal, no me freno, voy a la discusión de una, y de repente ahí sale lo peor de mí. Y en esas situaciones cotidianas perdemos muchas energías, pero no significa que tenemos tantos sentimientos malos sino que pienso que serían evitables. Esta es una sociedad violenta porque no nos reconocemos como tales.
—El evangelio de hoy dice: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman”. Tomando la escritura, ¿perdonarían la traición de alguien amado?
C: De joven era mucho más orgullosa que ahora. Tiene que ver con la madurez que uno pueda perdonar. Me ha pasado sentirme muy traicionada y estar siete años enojada con alguien. En esos años me pasaron cosas fuertes, entonces hay cosas que no valen la pena de sentirse dolido. Y eso que soy cero zen. Pero no sirve tener enemigos; somos todos muy distintos, aceptar al otro como es, en la amistad como en la pareja.
—¿Creen que hay políticos que quieren hacer el bien?
F: Sí. El sistema de llegar a tener poder real es perverso en nuestro país. Se necesitan alianzas, que se comprobó que no llegaron a ningún lado. El tema es que le llegue al que lo necesita, hay un sistema burocrático que lo hace imposible.
C: Siento que algo tiene que aparecer. Hay que pensar a pelar de verdad porque se está yendo todo de las manos, lo digo por quienes están o por los que vendrán. Yo sólo quiero que funcione esté quien esté en el gobierno.
—¿Es una ventaja tener parejas del medio que conocen sus trabajos?
C: Sí. Es más familiar. Se hablan de las mismas cosas, son horarios parecidos; quizá ayuda a más comprensivo que tener un horario de oficina, y existen situaciones que no es necesario explicarlas de por qué uno vuelve a las 2 de la mañana.
F: Son decisiones que se toman con la pareja. Más allá de la pareja, quizá una odontóloga no me lo entendería. Cuando uno la pasa mal, necesita de las personas que nos entiendan y creo que es un aspecto importante en la relación.
“Andres es un tipo moderno”
Julieta Cardinali pasó ocho años dedicando su vida netamente al cine, como lo ha dicho, aunque realizó algunas participaciones especiales en ciclos como Disputas, Soy tu fan y El tiempo no para. “Es una pasión, realmente me encanta”, dice; confiesa que “me gustaria trabajar con Graciela Borges” y se reconoce como “fanática de Lucrecia Martel”. Por eso, volver al mundo de la tira diaria con diez horas de grabacion fue una decisión que, afirma, le dio miedo: “Claudio (Villarruel) y Mariano (Berterreix) me dijeron que no iba a ser así, que ahora los elencos son más corales, entonces cada uno tiene su historia y desarrollo. Quizás antes eran cuatro protagonistas y los demás eran bolos como la mucama y el mayordomo”.
Casada con el músico Andrés Calamaro, Cardinali dice que no le da culpa dejar a su hija Charo (de 4 años) con una niñera porque “es una persona de confianza que está con ella desde que nació. Además, me las arreglo sola como cualquier madre que trabaja”, cuenta convencida. La cortina musical de la telenovela está a cargo de su marido, que canta la versión de Libros sapiensales, creada por la ya mítica banda de rock Vox Dei. “Claudio se lo propuso y a Andrés le entusiasmó la idea porque el tema le encanta y le gustó ser parte desde ese lugar. Mucho más sencillo de lo que pueda parecer. Fue algo muy natural. El me apoya, le encanta que trabaje y es un hombre moderno. Además somos una pareja de perfil bajo y nunca nos verán dando una nota juntos”, remarca.
El legado Alcon
En Caín y Abel, Joaquín Furriel será Agustín Vedia, un exitoso arquitecto hijo del malvado Eugenio Vedia (Luis Brandoni) y hermano de Simón Vedia (Fabián Vena) que descubre una oscura historia que involucra a toda su familia y empresa de construcción. “En el primer capítulo sucede algo importante y queda enganchado en la telaraña familiar de la que le costará salir.” Y agrega: “No es el típico bueno, aunque tiene contradicciones como cualquier ser humano. Pero claro que es más del lado de Abel, y en ese camino de buscar el bien conoce a Leonora (Cardinali), que también está en busca de otra verdad. De ahí cambia la relación de su existencia porque tiene una relación del pasado con Valentina (Vanesa González) y ella va a acechar a mi personaje”.
Además de regresar a la televisión tras un año y medio, Furriel protagoniza La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca en el San Martín. “No se me va a dificultar en nada. Los días de función salgo a las 18 de Martínez, así que llego bien. Estoy feliz de hacer Segismundo.”
La última obra que protagonizó el actor fue Rey Lear con Alfredo Alcón, con quien dice que “quedó una relación de amistad” y fue fundamental para aceptar su actual personaje. “Me animé a este personaje porque Alfredo me estimuló. Y la de alguien como él, que transitó los héroes trágicos, fue una opinión muy importante para mí, porque el guión me llegó justo cuando estaba haciendo Rey Lear, entonces lo pudimos hablar muchas veces.”