De novia con Chacho Alvarez desde hace unos meses, la actriz y conductora debuta esta noche, por Telefé, con la segunda temporada de "Un tiempo después". Y con una entrevista a Cristina Kirchner. El mundo de Solita, hoy.
Transparente. Aunque quiera ser reservada, Soledad Silveyra pertenece a la especie de los transparentes. En una jungla (la de los entrevistados) poblada por los que siempre dicen lo mismo, los que dicen sólo lo que les conviene y los que no tienen casi nada que decir, Solita cuenta sus cosas con todo el cuerpo, con la mirada, con el tono de la voz. Cuando está harta de un personaje, cuando se siente maltratada, cuando se juega en un proyecto... O ahora, en buena hora: abuela, enamorada, y a punto de estrenar, hoy a las 23.30 por Telefé, la segunda temporada de Un tiempo después, el programa periodístico que la tiene como conductora, y que arranca nada menos que con una entrevista a la presidenta de los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner (ver Mano a mano...).
Si la primera temporada la hizo, según dice, "con mucha humildad", ahora que juega en las grandes ligas tendrá que prepararse para lo que venga. No le preocupa. "Yo funciono con la crítica, no con el elogio. Tengo dos hijos a los que eduqué con un nivel crítico: entre nosotros los elogios tardan en llegar. Y además soy tan pero tan dura conmigo, que después, cuando me dan los golpes, me duelen menos", se ataja. Y redondea: "Ya estoy grande, son 45 años de laburo, la gente me conoce, sabe quién soy. Entonces, me tomás o me dejás".
¿Qué le aportaría a un trabajo periodístico el hecho de que lo haga alguien que no es periodista?
A veces el hecho de ser una persona conocida públicamente juega a favor. En general te diría que hay como una transferencia: el entrevistado a mí me conoce, llega Solita, eso genera una mayor confianza.
¿No temés que esa confianza se vea como mucha, por ejemplo en el caso de asesinos confesos?
Trato de no ponerme melodramática, de escuchar distanciadamente y al mismo tiempo cercanamente. No busco esa cosa de ay, qué horror; le sigo el tono al entrevistado, en todo caso. Los otros días hicimos una nota sobre mujeres golpeadas y yo preguntaba si quizá empezaron a darse cuenta de la violencia a través del sexo. De golpe una me cuenta, así, como nada, a mí me arrancaron un pezón. Los chicos de cámara me dijeron te quedaste petrificada; y bueno, sí. A veces pasa.
¿Qué es lo peor que te ves como entrevistadora?
Lo peor y lo mejor es que yo soy de escuchar, pero a veces eso no responde a los tiempos televisivos. Hay que interrumpir, y me cuesta un poco, es un ejercicio para mí. También tengo que trabajar sobre cierta ingenuidad. Pero eso también es parte de cómo soy. A esta altura una ya construye desde la verdad, si no, no construye. Eso me pasa en general con los vínculos.
Hablando de vínculos, vayamos a Chacho Alvarez.
Solita se acomoda en su silla, cambia la voz, empieza a hablar más lento, como tejiendo las palabras, recurre a la tercera persona. Se ríe mucho, se pone seria, navega entre su autodefinición de "gente grande" y un entusiasmo propio de adolescente.
"A mí me da un poco de pudor hablar de eso, porque a algo que empieza hay que cuidarlo -advierte-. Pero está claro que yo estoy mucho más expuesta en este sentido... ¡Hasta en esto la mujer pierde! Habría que ver qué pasaría si fuera al revés: si yo fuera la política y él fuera el actor.
¿Cómo es el amor "a esta altura de la vida", como decís vos?
Es distinto. Te sorprende. Ya no esperaba un encuentro tan fuerte con alguien. La verdad es que no lo esperaba. Entonces, casi lo vivís como una medalla. Yo valoro mucho eso: habernos encontrado en un momento determinado de la vida, quién sabe por cuanto tiempo, eso no lo sé... no lo sabemos.
¿Se especula menos en la relación?
El respeto de los tiempos de cada uno, la confianza... esos son lugares fundamentales, sobre todo para gente grande. Cosas como los celos no deberían entrar en funcionamiento; no deberían... ¡Pero no dejo de ser mujer! Gracias a Dios a una se le pasó esa cosa posesiva, y una tiene una vida bastante movida también.
En eso, para bien o para mal, suele influir la otra persona.
Bueno, acá hay una contención, que yo hace rato no sentía. Y la paridad, eso está muy bueno. Y una cuestión de intereses comunes... en eso no me traiciono.
¿Y en qué son distintos?
Y... él es un hombre que ha pasado por miles de cosas. Todo lo coloca en su medida. Yo soy, para todo, más dramática. Yo pierdo algo y ya grito ¡¡¡Ahhh!!!. Y él me mira con cara de ¿qué, se murió alguien? Por lo demás, nos gusta el mismo tipo de rutina, desayunar con todos los diarios desparramados, charlar... darnos nuestro tiempo.
¿Qué dicen las encuestas? ¿Qué grado de imagen positiva tiene la pareja?
Es muy hermoso: nos dicen qué linda pareja, la gente es muy afectuosa la gente. Además, me encanta andar por la calle con alguien más conocido que yo. Sobre todo me llaman la atención los jóvenes que le gritan a Chacho desde los autos y, cuando me descubren a mí, encima hacen chistes. Nos causa mucha gracia. Y con las familias, bien. Los hijos divinos, ya nos conocimos... Bien, está todo bien.
¿Qué pasó con tu anterior pareja?
Gran tipo, Héctor, una gran persona. Terminamos la relación a fines del año pasado. Y yo con Chacho me reencontré dos meses después de haberle hecho la nota para Un tiempo después. Porque al día siguiente de la entrevista él tuvo el infarto, y durante ese tiempo solamente nos comunicamos por mail, y hablé con sus amigos para saber cómo estaba.
¿A Chacho ya lo conocías de antes? ¿Te parecía un hombre atractivo?
Nos habíamos encontrado en algunos actos políticos, pero en esos momentos estuve más cerca de Li liana Chiernajowsky, la madre de su hija menor. Hay, sí, una foto donde estamos Graciela Fernández Meijide, Chacho y yo... Siempre fue una persona que respeté mucho, alguien a quien le creí. Pero no le puse los ojos como varón, porque él estaba casado, yo estaba con alguien. No pasaba por ahí.
Después de la sexy madura de "Amor en custodia", con "Vidas robadas" dejaste totalmente a un lado ese modelo estético. Ahora se te ve a mitad de camino, y más cómoda.
Me encantó el personaje de Vidas robadas, sobre todo porque creo que sirvió a mucha gente. Pero también fui cambiando porque hay un lugar de lo sexy que, a medida que uno se va asentando, no puede seguir siendo igual. ¡Pronto voy a ser sexagenaria! (cumplió 57)Además, algo cambió desde que fui abuela. Sigo teniendo una niña adentro: por algo ese diminutivo mío sigue funcionando: Solita. Me puedo sentar en el cordón de la vereda, o tener actitudes corporales que no van para una señora. Pero esa cosa de hacerme la sexy, y de los escotes, de una forma de mirar... cada vez me cuestan más, es como que me siento un poco ridícula.
¿Vos lo relacionás con el abuelazgo, más que con la edad?
Sí. Totalmente. Físicamente me siento bien, me siento fuerte, pero hay una cosa de actitud que ya no me cierra. Además, la sensualidad no es pechuga y cola, la sensualidad está en darse la libertad para vivir y para sentir...
¿Qué cosas hacés con tu nieta Inés? ¿Cómo ejercés de abuela?
Son todas las emociones juntas. La levanto, bailo, juego, me río. Inés tiene un año y un mes, Clara viene en camino, y está la hija de mi nuera, Justina, que tiene 7, y para mí es otra fiesta. Quedarme a dormir con ella, hacer pijama party... el abuelazgo es un mundo maravilloso. Estoy perdida de amor. Y también está la alegría de ver al hijo (Baltazar) con su familia, con su mujer, que es una persona extraordinaria, a la que amo y respeto. Eso es impagable. Me hace dormir tranquila. Antes de acostarme, por ejemplo, abro el celular, miro la cara de mi nieta (en una foto que saqué justo en el momento en que se paró por primera vez en mi casa), y se me puede caer cualquier contrato que yo igual voy a dormir con una sonrisa. A Jose (Jaramillo, el padre de sus hijos), que la está peleando a brazo partido con su melanoma, le pusieron una camarita para que vea a Inés, y ella es la persona que más fuerza le da en el mundo.
Tu "Adelante mis valientes" va a ser el "Felices Pascuas" de Alfonsín?
Yo creo que fue un error dar esa dimensión de valentía a los chicos. Pero hay que hacerse cargo de lo que uno sintió en ese momento, y yo sentí que para estar encerrados en esa casa noventa días había que ser muy valiente. De todas maneras, reivindico a Alfonsín en muchas cosas pero no reivindico el Felices Pascuas.