La actriz participa en la novela ‘Nadie me dirá como quererte’. "Lo que quiero realmente es sentirme bien bajo mi piel", confiesa la diva, esa es la imagen que el público se ha formado de la intérprete desde que inició su carrera artística. La ex miss ha luchado por romper ese estereotipo con cada una de sus actuaciones y ahora lo único que desea es mostrarse como es.
Su semblante luce decaído por culpa de una gripe que no ha podido curar bien. Pero su sinceridad, ésa que la lleva a decir las cosas tal como son, sigue intacta. Hilda Abrahamz no teme hablar de temas tabúes ni mucho menos de la etapa de cambios que atraviesa en su vida.
Es abierta, sencilla. No lleva ni una gota de maquillaje. De cerca se desvanece la imagen de mujer imponente que ha proyectado en pantalla, quizá por su físico voluptuoso, que luce desde que participó en el Miss Venezuela 1980 y que muestra noche a noche en la novela ‘Nadie me dirá cómo quererte’, de RCTV Internacional.
En la telenovela interpreta a Mercedes, una mujer bohemia que pasó parte de su juventud en la liberal París y que ahora se siente desencajada en el pueblo moralista en el que vive con un marido ludópata, con el que no se siente afín. En búsqueda de algo mejor, tiene una relación amorosa con el hombre que le atrae a su hija.
-¿Qué disfrutas de Mercedes, tu personaje?
Su sencillez, su libertad. Esa manera de ver la vida sin juzgar. Eso me ha costado un poco porque no veo las cosas así. No podría tener una relación con el novio de mi hija, pero trato de comprenderlo. Trato de buscar una y mil excusas. Mercedes está sola y tiene un marido que no sirve para nada, como muchas mujeres, que al final terminan convirtiéndose en madres de los hombres. Ella está pasando por un momento de mucha desilusión. Le trato de encontrar la vuelta. Son cosas que pasan. La novela es la vida misma.
-Tu personaje está envuelto, de manera sutil, en temas que pueden ser tabú en la sociedad venezolana, como las relaciones que tiene con el hombre que le interesa a su hija y el lesbianismo...
¿Pero por qué no es tabú cuando se tocan las relaciones entre hombres? Es más común un hombre borracho, que una mujer borracha. Una mujer que engaña a su pareja es peor vista que si sucede lo contrario. Eso es porque lo ha determinado la sociedad, que es netamente machista.
-¿Sientes que alguna vez fue moralista con esos temas?
Sí. Precisamente por eso me toca afrontar este personaje. Son temas fuertes que se han abordado entre hombres. El público venezolano es pacato, no le gusta ver eso. Pero es normal, porque existe. La gente tiene que verlo así. Algo que no es malo, simplemente es. La sociedad impone reglas que existen para que haya un cierto orden. Si se sale de ese modelo, es anormal.
-¿Te has sentido alguna vez parte de una relación amorosa cuestionada por los preceptos sociales?
Estuve casada once años con alguien menor que yo. Al principio fue difícil. Creo que hay que romper con todas esas cosas. Quizá, en mi caso, no se veía mucho la diferencia, aunque luego de que finalizó, me di cuenta de que sí existe una brecha generacional, pero el amor lo puede todo. Hay cosas que están muy arraigadas a la persona. Vives de acuerdo con lo que te han enseñado, hasta que ves las cosas como las sientes. Esa madurez sólo la adquieres con los años.
-¿En tu caso, sientes que la diferencia afectó la convivencia?
Sí, yo era una mujer más madura. Había vivido ciertas cosas que mi pareja no, que él necesitaba hacer. A lo mejor si me hubiese tocado una persona más tranquila o más parecida a mí. También depende de eso. Tuve un matrimonio que fue bonito, pero hubo puntos de vista diferentes. La generalidad no sirve para todo el mundo. Soy un ejemplo de que puede suceder; de alguien que ha vivido mucho, que quiere estar en una etapa más tranquila, y el otro quiere estar fiesteando.
-Y si ahora conoces una persona menor, ¿lo pensaría a la hora de iniciar una relación?
No, porque he conocido a mujeres que me han dicho que se han casado con hombres mucho mayores pensando que encontrarán la estabilidad y no resulta. Lo que te toca vivir, te toca y más nada.
-Hace poco dijiste en una entrevista que estaba en una etapa de cero hombres, ¿todavía lo siente así?
En este momento estoy en una etapa de estar conmigo, no quiero atarme a nada. Quiero tener una pareja, pero más adelante. Alguien que se parezca a mí. En este preciso momento necesito recuperarme, recobrar mi libertad. Necesito estar bien conmigo para estar bien con otra persona. Eso sí, esa pareja no me puede prohibir nada. Tiene que aceptarme tal cual soy, así como yo lo haré. No quiero restricciones, simplemente quiero ser yo.
-¿Esos son aprendizajes que le dejó el matrimonio?
Sí, y de mis otras parejas. Mi ex marido me decía que era importante que me amara a mí misma. Y eso es cierto. Quisiera amar sin el apego, sin la necesidad imperiosa del otro. Amar bien, amar bonito.
-¿A qué se refiere cuando dice que quiere sentirse bien consigo misma?
Antes, siempre lo más importante cuando encontraba a una pareja era hacerla sentir bien. Sin entender que todo nace de uno. No puedes poner sobre los hombros de nadie esa responsabilidad. Decía: "Quiero a alguien que me haga feliz". Eso es muy cómodo. Uno tiene que ser feliz por su cuenta. Eso me le enseñó mi ex pareja.
-¿Qué está haciendo para alcanzar eso?
Quiero estar conmigo misma. Salgo con mis amigos de vez en cuando. Estoy en una etapa de apatía que a lo mejor me hacía falta. Cuando pasé por mi separación, que fue muy dura, traté de llenarme de muchas cosas: salir, rodearme de mucha gente. Pero no funcionó, me agobió porque soy todo lo contrario, me gusta disfrutar de mi casa. Estoy aprendiendo a que nadie me imponga nada. "Tengo" es una palabra que detesto.
-Tu imagen ha sido asociada con una mujer voraz y sensual, ¿te sientes así?
No, todo lo contrario. Es mi estereotipo por mi físico. Soy todo lo contrario. No tengo poses sexy. Soy grande, alta, fuerte. He luchado mucho con el hecho de que fui una mujer muy bella y ahora soy atractiva. Los años pasan y no lo hacen en vano. Siempre tuve que luchar para que la gente supiera que era buena. Ha sido duro, todavía sigo luchando contra eso para ser aceptada como soy, sin tener que hacer cosas para que la gente me acepte dentro de su núcleo. Lo que quiero realmente es sentirme bien bajo mi piel. Ser yo misma. Y si tengo que pegar un grito, lo haré.